lunes, 28 de marzo de 2011

Centenario del nacimiento de Gabriel Celaya

Educar

Educar es lo mismo
que poner motor a una barca,
hay que medir, pesar, equilibrar…
y poner todo en marcha.
Pero para eso
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino,
un poco de pirata,
un poco de poeta,
y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que ese barco -ese niño-
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes,
hacia islas lejanas.
Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos
seguirá nuestra bandera enarbolada
.


Queridos seres etéreos y perplejos de clase, este es un poema de Gabriel Celaya  , poeta del que como sabéis este año se celebra el centenario de su nacimiento. Fue un poeta preocupado por su tiempo, un hombre bueno y honesto que creía en el poder transformador de las palabras. Y bien mirado , tenía razón. Si algo puede cambiar al mundo, debe nacer  del cultivo vivo de las palabras. Lo demás será capitalismo y especulación de hojalata, oro bruñido en las fábricas de petroleo o en los ladrillos guardados en los bancos. Si el lenguaje nos expresa mejor que nada y  nos hace humanos , lo que vengan tendrá que venir de la palabra.

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